Conversamos con el autor del libro de recetas “Paila”, quien a sus 30 años de edad, confiesa sentirse a gusto consigo mismo y haber encontrado su camino en la cocina
Entre Hawaii y Panamá hay cinco horas de diferencia. Edgar Hernández atiende la llamada antes de comenzar su turno en el trabajo. “No sabía nada de este lugar, mi única referencia eran las canciones de la película Lilo & Stitch. Estaré aquí hasta mediados de julio trabajando como chef privado para una familia”, cuenta muy animado.
Si hay algo que le emociona, además de cocinar, es viajar y explorar diferentes culturas. Conocer nuevas caras, respirar otro aire. Por eso decidió ser independiente, para tener la libertad de ir y venir a su ritmo. Ha recorrido Tailandia, Vietnam y Japón -dice que en otra vida fue asiático- y se declara fan de la gastronomía de ese lado del mundo. También estuvo una temporada en Europa. Ahora aterrizó en Hawaii. Pero antes de llegar ahí no sabía lo que quería.
Primero estudió la carrera de negocios en la universidad. Durante ese tiempo le confesó a su familia que era gay, tras varios años de confusión y ansiedad, sin saber realmente lo que sentía. Y luego les dijo que quería ser cocinero. Fue entonces cuando le tocó la puerta a José Carles, chef y antiguo propietario del conocido restaurante Donde José, sin saber si quiera cómo cortar una cebolla.
En 2020 publicó “Paila: un guacho de sabores”, su primer libro. Un compendio de recetas entre sabores panameños y asiáticos, como resultado de sus experiencias, viajes y aprendizajes.
LGDF: Salir del closet requiere valentía, pero también te atreviste a decir que lo tuyo es la cocina.
EH: Yo no dormía, tenía mucha ansiedad. Mis años en la universidad fueron muy difíciles. Allí tuve mi primer novio, pero era una relación a escondidas. Ya me había sincerado conmigo mismo hace un par de años atrás. Me gustaban las niñas y los niños, me decía que era relajo, pero después supe que me gustaban los hombres.
A los 20 años no aguanté más la paranoia y las sospechas y le conté a mis padres. Les entregué una carta y se sorprendieron al leerla. Lo entendieron, nos abrazamos y lloramos. Entonces aproveché y les dije que quería estudiar cocina. A partir de ese momento empecé a vivir, yo sobrevivía. Sentí como la ansiedad se iba, porque había descubierto lo que en realidad amaba. Hoy en día me siento bien conmigo mismo y estoy feliz con mi pareja.
LGDF: Trabajaste en Donde José y también fuiste de los primeros en formar parte del equipo de Fonda Lo Que Hay, cuando abrió su primer local. ¿Cómo fue la experiencia?
EH: José es como mi hermano mayor. Me entrenó muy bien. Una vez me regañó porque me demoré diez minutos cortando una cebolla, ahora lo entiendo. Después de Donde José me fui a estudiar a Europa y trabajé en Madrid durante un años. Al regresar a Panamá volví a Donde José y luego comencé en Lo Que Hay. Éramos dos en la cocina: un polaco y yo. José me enseñó mucho sobre el trato al cliente, despertó en mí esa pasión de contar cómo se prepara un plato y hacerle saber al comensal que nos gusta lo que hacemos.
LGDF: ¿Se puede vivir siendo un cocinero viajero?
EH: Tiene sus ventajas y desventajas, pero yo necesitaba tener más libertad. No puedo estar mucho tiempo en un solo lugar. No es que no tenga jefe, ahora mi jefe es mi cliente y siento que tengo una conexión más estrecha con él. He cocinado dentro y fuera del país, en eventos, en bodas, con marcas. Me gusta mucho viajar, comer y crear. Conocer otras culturas y cruzarlas con elementos panameños. Eso es el mundo, es una gran mezcla de culturas y personas.
Cuando viajé a Asia me acostumbré a estar solo. Es importante acordarse de la terapia del espejo: lo que ves es lo que eres, con quien naciste y con quien vivirás. Hay que dedicarse tiempo, aprender a amarse más y mejor. Ya tengo 5 años trabajando como chef privado.
LGDF: ¿Es Panamá un país seguro para la comunidad LGBTIQ+?
EH: No. Estamos mejorando poco a poco pero todavía hay trabajo por hacer. Hay mucha rabia y homofobia. Hace poco empujaron a un amigo en una discoteca. Cuando estoy con mi novio en un lugar público, todas las miradas están sobre mí. Aun siento rechazo y eso me afecta. Quiere decir que debo trabajar más en mi, para sentirme seguro y no reprimir mis sentimientos.
LGDF: ¿En qué hemos mejorado?
EH: El mundo ha cambiado, hay más apoyo pero a la vez, los que están en contra hablan más fuerte. Los políticos no han ayudado en nada. Necesitamos líderes en el poder que de verdad se comprometan con la causa. Dicen que apoyan solo para conseguir votos, pero luego no toman acciones concretas. Les da miedo el rechazo.
LGDF: Desde tu posición como cocinero, ¿Cuál ha sido tu aporte a la comunidad? EH: Apoyo en lo que puedo. Creo que la mejor manera de hacerlo es mirando hacia dentro. Primero hay que ayudarse para luego servir de inspiración y ayudar a otros. No es fácil ser sincero consigo mismo, no fue sencillo lograr sentirme en paz.
Hace poco compartí mi historia con la fundación It Gets Better Panamá, una plataforma que conecta a personas de la comunidad alrededor del mundo. La idea es contar que todo mejora, después de la tormenta. Es el mensaje que queremos comunicar.
Este año no estaré en Panamá para participar en la marcha por el mes del orgullo gay. Merecemos un día para reconocer el amor y celebrar la esencia de lo que somos. Es hermoso recibir apoyo y expresarnos públicamente, así sea por un día.