Barranquilla colorida y gastronómica

La ciudad de “La puerta de oro” se muestra en constante evolución, con miras a convertirse en un destino culinario que engloba sabores tradicionales y una cocina de autor con sello propio

Nota publicada en el diario La Estrella de Panamá el 22 de octubre de 2022.

Una comparsa carnavalera atravesó la quinta avenida de Nueva York en el último desfile del Mes de la Herencia Hispana, celebrado en Estados Unidos. Tras dos años de parón por culpa de la pandemia, las agrupaciones de los distintos países se reunieron de nuevo para festejar la cultura latinoamericana y española, en un homenaje por sus grandes contribuciones a la sociedad estadounidense.

Carnaval de Barranquilla.

Colombia encendió la fiesta con la representación del carnaval de Barranquilla, el más famoso de ese país, encabezado por un conjunto de “quilleros” que bailó y cantó con entusiasmo. El “quillero”, palabra que se refiere al nativo de Barranquilla, se identifica por su carácter extrovertido y sus ganas de incentivar el alboroto sin importar donde esté.

A Barranquilla se le conoce por sus carnavales, pero también por su posición privilegiada que le ha ganado el nombre de “La Puerta de Oro de Colombia”. Está ubicada al norte del país, a orillas del Río Magdalena, muy cerca de su desembocadura en el Mar Caribe. Una zona portuaria que durante años ha sido punto de encuentro de diversas lenguas y culturas. Así se mezclaron las costumbres costeñas con las europeas y las orientales, la comunidad árabe es la más grande, dando como resultado una historia rica y extensa que se ha visto muy bien representada en la gastronomía.

Proyecto Gran Malecón del Río, a orillas del Magdalena.

Tan común es para el barranquillero comer kibbeh, plato típico libanés, como lo es para el panameño desayunar Dim sum. En este recorrido por la ciudad donde nació Shakira, fuimos testigos de su crecimiento y desarrollo, de su gente amable que baila hasta el amanecer, su clima caribeño y sus desayunos con arepa de huevo. Un paseo sabroso con varias paradas que vale la pena visitar.

Sabor criollo en la Casa de Doris: El emblemático local de Doña Doris, cuya fachada de colores cálidos resalta a la vista, es una parada obligada para probar la cocina regional. Hace 37 años Doris Fandiño de González transformó su casa en un restaurante para proveer el sustento familiar. En el menú hay platos caseros como la carne en posta, la lengua en salsa acompañada de arroz de palito (con fideos), la mazamorra de maíz, la sopa de costilla y la ensalada de payasito, llamada así por la remolacha que suele dejar los labios colorados al comerla. Para tomar sirve jugo de corozo, esa fruta de color rojo intenso que crece en el Caribe y que se utiliza en distintas preparaciones, y también agua de panela fría. Dirección: Barrio Boston. Carrera 45 #60.

La posta (pierna del bovino) es un plato muy pedido.

La Troja, el templo de la salsa: Bailar hasta que el cuerpo aguante parece ser el lema de La Troja, el lugar donde los barranquilleros se mueven al son que le toquen: cumbia, champeta, salsa, vallenato. Con más de 50 años de tradición, La Troja es Patrimonio Cultural y Musical de la ciudad declarado por el instituto Distrital de Cultura. Además de la pista de baile, hay una colección de más de 10 mil discos de vinilo, una verdadera joya para los salseros. En el repertorio no falta el himno de la ciudad “En Barranquilla me quedo”, interpretado por el cantante colombiano Joe Arroyo, cada vez que suena los quilleros se hinchan de orgullo. Dirección: Calle 74, Carrera 44.

Bailando salsa en La Troja.

 La cocina de Manuel: Si alguien ha sabido marcar la pauta en la escena culinaria actual es Manuel “Mane” Mendoza. En 2021 abrió su restaurante Manuel en el barrio El Prado, uno de los más bonitos de la ciudad. Luego de varios años detrás de Cocina 33, decidió cambiar el concepto sin quitarle protagonismo al producto local y crear un espacio más sofisticado. Así nació Manuel, gastronomía de autor inspirada en los sabores del mundo. En el menú destacan los pescados y mariscos de la zona y también platos con ingredientes vegetales muy bien logrados. En Manuel tuve además la oportunidad de disfrutar una cena con chefs invitados que llegaron del Perú para repartir su sazón con tiraditos frescos y postres inolvidables. Una visita imprescindible a la hora de viajar a Barranquilla. Dirección: Carrera 55 #74.

Carpaccio de remolacha con queso de cabra, toronja rosada, pistachos y vinagre balsámico.

El Carnaval de Barranquilla en un museo: Fue en Barrio Abajo donde surgieron las primeras manifestaciones artísticas del carnaval. Razón por la cual en una esquina han construido un edificio de tres pisos que hoy cuenta su historia, desde las fiestas paganas hasta los desfiles que recorren el “Cumbiódromo” de la Vía 40, una de las principales arterias de la ciudad. El Museo del Carnaval tiene la misión de preservar y difundir una tradición que enorgullece a los quilleros. Visitarlo significa vivir un poquito de su alegría. Dirección: Carrera 54 #49B- 03 Barrio Abajo.

Trajes utilizados por las reinas del Carnaval de Barranquilla.

Narcobollo, un clásico: Dicen que la historia de Narcobollo parece macondiana, pero ocurrió en la vida real. Corría la década de los ochenta cuando un operativo policial se llevó a cabo en casa de la familia Molina, al parecer el propietario de la vivienda estaba relacionado con un cartel de narcotráfico, y lo que allí funcionaba era una venta de drogas. Pero todo resultó ser una equivocación cuando se encontraron con una cantidad de bollos, plato tradicional costeño, que los clientes retiraban todos los días a la hora del desayuno. Desde entonces, Narcobollo se convirtió en un clásico que ofrece todo tipo de fritos costeños, incluyendo los bollos, las carimañolas, las empandas y la tan popular arepa de huevo. Dirección: Carrera 43 #84-188.

Buñuelos en Narcobollo.

El Gran Malecón del Rio: Se trata de uno de los proyectos urbanísticos más importantes de la ciudad con amplias calzadas, zonas verdes, ciclovía, plazas de esparcimiento y una moderna zona gastronómica. El Gran Malecón del Río bordea parte del Magdalena y regala un paseo con una agradable vista al terminar la tarde. Actualmente continúa en desarrollo y recibe millones de visitas al año.

Atardecer en el Gran Malecón del Río.

Los Hijos de Sancho: José Barbosa, conocido como “El Chato”, es uno de los propietarios del restaurante Los Hijos de Sancho. Un cocinero inquieto y viajero que luego de vivir quince años en Europa regresó a Colombia y se instaló en Barranquilla para crear una propuesta gastronómica muy original. Los Hijos de Sancho nació el año de la pandemia y ya sobresale entre la oferta culinaria local. Además del comedor, ubicado en una linda casa en la carrera 51 con 76, El Chato ha sumado una pequeña tienda donde vende licores caseros, tiene su propia ginebra destilada en Colombia, fermentos, panes y dulces. Los ingredientes locales siempre se destacan y las influencias de la cocina barranquillera también. Un imperdible. Dirección: Carrera 51 #76 – 96.

Quibbe de temporada en Los Hijos de Sancho.

Agradecimiento especial a mi querida Verónica Socarrás, a quien conocí hace varias años cuando apenas comenzaba La Guía del Foodie, por invitarme a conocer Barranquilla junto a un grupo de cocineros y periodistas. Regresé con muchas ganas de seguir descubriendo Colombia, su gastronomía única y su gente.

Fotos: Miguel Salgado y Alcaldía de Barranquilla.

Link: https://www.laestrella.com.pa/cafe-estrella/destinoestrella/221022/barranquilla-colorida-gastronomica 

Corina Briceño
the authorCorina Briceño
Soy Corina Briceño, periodista de profesión y comelona de oficio. Cocino para sobrevivir y me quedan buenos los mojitos. Aquí no encontrarás recetas, solo ganas de comer. Escríbeme a: corina@laguiadelfoodie.com